Otros usos del término “apuesta”
Muchas decisiones “de riesgo” suelen ser calificadas con términos propios del juego, como “carambola”, “ruleta” o “lotería”. Si esta terminología es apropiada o no es una cuestión aparte, pero lo que sí está claro es que las actividades siguientes a las que se refieren no son materia de apuesta:
- Asumir riesgos emocionales o físicos, si el valor de beneficio no es cuantificable (por ejemplo el esquí, una campaña política, o pedir a alguien una cita).
- El aseguramiento es un método para transferir el efecto del riesgo de uno (propietario) a otro (asegurador). Los aseguradores usan métodos especiales para calcular beneficios adecuados, que podrían ser comparados con los cálculos de un apostador. Sin embargo, los aseguradores pueden fijar sus cuotas para obtener un beneficio fijo a largo plazo.
- Situaciones en las que el posible beneficio es una razón secundaria para el comprador/apostador (por ejemplo, el billete que se compra para la rifa de una asociación de la beneficencia).
Igualmente, las inversiones no suelen considerarse apuestas, aunque ciertas inversiones pueden suponer un riesgo significativo. Los ejemplos de inversión incluyen compras en stock, bonos o inmobiliarias. Empezar un negocio también puede ser considerado cierta forma de inversión. Las inversiones generalmente no se consideran apuestas cuando obedecen a los siguientes criterios:
- Beneficios elevados (al menos, a largo plazo)
- Utilidad económica
- Menospreciar el riesgo en vistas del valor final esperado
Algunas inversiones especulativas son especialmente arriesgadas, pero siguen considerándose una actividad separada del juego:
- Los derivados de seguros, como las “opciones de futuro”, donde el valor del derivado depende de unas condiciones futuras “ideales” que son dadas supuestas en el momento del contrato
- Las transacciones con monedas extranjeras
- Predicción de mercados